sin querer queriendo

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Roberto Gómez Bolaños, 2005
Aug 08, 2020 → Sep 13, 2020

autobiografía de roberto gómez bolaños (1929-2014), creador de chespirito, el chapulín colorado y el chavo del 8. en total, completó 1239 episodios en 25 años y 31 temporadas. son quizá mis series de televisión favoritas.

  • El Chavo del 8 (1973-1980): 7 temporadas, 290 episodios
  • Chapulin Colorado (1973-1979): 8 temporadas, 260 episodios
  • Chespirito (1970-1973, 1980-1995): 16 temporadas, 689 episodios

  • Porque me pasé dos o tres días (con sus respectivas noches) intentando encontrar la respuesta.
  • Luego éste, sacando fuerzas de flaqueza, empezó a ligar el más impresionante número de pendejadas que se haya oído jamás en un congreso, hasta alcanzar un amplio e indiscutible triunfo.
  • Era, además, político, pero en este mundo nadie es perfecto.
  • ...donde me inscribí para cursar el bachillerato de ingeniería. ¿Que por qué escogí esta carrera?
  • Habían sido muchos quienes pronosticaron un fracaso. Y acertaron.
  • Y menos mal que Graciela me ayudó a detener la silla, pues ésta se tambaleaba cómo borracho en autobús de segunda clase (la silla, no Graciela).
  • Yo seguía estudiando en la Facultad de Ingeniería (con resultados menos que regulares) y al mismo tiempo había conseguido algunos empleos que me ayudaban con algo de dinero para gastos personales.
  • Pero antes de que sucediera esto último, yo también fui llamado para escribir guiones cinematográficos para ellos. El primero que escribí le gustó tanto a quién habría de dirigir la película, el señor Agustín P. Delgado, que me elogió diciendo que yo era un pequeño Shakespeare. (¡Háganme el favor!) Y empezó entonces a llamarme cariñosamente «Shakespearito», diminutivo que, después de haber castellanizado su pronunciación, terminó por convertirse en Chespirito.
  • Se trataba de hacer una sola emisión, hablando cada quien por cuenta propia y de manera improvisada. Estas condiciones propiciaron, por supuesto, que mis dos compañeros se lucieran mucho más que yo, pero también provocó que yo me divirtiera mucho más que mis dos compañeros.
  • Cada uno iba agradeciendo la presentación con un ademán o un saludo, y cuando llegó mi turno, lo que hice fue «robar cámara» brincando sobre la mesa sin tomar vuelo, tal como solía hacer el Chapulín Colorado, acto que mereció un gentil aplauso de la concurrencia, incluidos los invitados. Pero luego, cuando pasé junto a la mesa que ocupaban los actores estadounidenses, Harvey Korman me dijo: «It was a very good jump!», que en español significa «eso haber sido mocho bueno brincou»
  • ¿Pero quién me habla?--Te habla Pelé. ¿Pelé? ¿Nada menos que Pelé? ¿Edson Arantes do Nascimento? ¿Uno de los dos genios que ha producido el fútbol de todo el mundo? ¡Y sí: sí era él! ¡Y sí quería hablar personalmente conmigo! Esto lo comprobé cuando acudí a la cabina y, presa de un nerviosismo enorme, me identifiqué.--Hola, «Chaves»--me dijo «o Rey», usando el término portugués brasileño que designa al Chavo del Ocho--. ¿Cómo estás?
  • El zafio que nunca supo distinguir un suspiro de un bostezo.
  • Entonces supe que la parálisis suele ser insuficiente para impedir que ruede una lágrima por la mejilla de quien la padece.
  • Interpretar al Chómpiras era el mejor de los satisfactores que tuve en mi carrera de actor en televisión
  • Sin decirme más, tomó el teléfono, marcó la extensión de su secretaria y dijo secamente:--Elisa, háblale a Fernando (Fernando de Fuentes, entonces al frente de Televicine) y dile que se hará como diga Roberto.
  • Del mismo modo en qué hago constar la desilusión total que sufrió el señor Azcárraga respecto a la situación política que privaba entonces en el país. Después de que años atrás había confesado, con sinceridad, que él era «un soldado del PRI», Emilio manifestaba el temor de que este partido estuviera fabricando ya su propio mausoleo.
  • Esto me hizo recordar una de las causas de risa que destaca Bergson en su excelente estudio: «Son frecuentes causantes de risa la humanización de lo mecánico y la mecanización de lo humano.» Era lo que estaba haciendo Pirolo (sin habérselo propuesto): aplicar la última parte del concepto bergsoniano: la mecanización de lo humano. Tanto, que Bergson incluye precisamente un ejemplo como éste cuando expone su razonamiento: «Los movimientos mecanizados de una persona nos hacen reír en cuanto nos hacen recordar la rigidez de un mecanismo o la producción en serie de títeres, muñecos, etcétera».
  • No puedo cerrar este apartado sin repetir lo que he empezado a responder cuando algunos entrevistadores me preguntan: «¿Cuál ha sido tu mayor éxito? ¿Y cuál ha sido tu mayor fracaso?» Mi mayor éxito ha sido, por mucho, el haber dejado de fumar. Y por supuesto, mi mayor fracaso fue haber empezado a fumar. Mi respuesta ha sido absolutamente sincera; y no ha llevado ni el más leve intento de parecer original o diferente al resto de mis colegas.
  • A Chaplin lo seguiré admirando siempre…
  • Doña Clotilde decía frecuentemente que ella era soltera por convicción.--Pero por convicción de aquellos a quienes ella ha perseguido--dijo alguna vez don Ramón.

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el chavo

  • Jugaba con todos los niños de la vecindad y de la escuela, dejando ver que la infancia es democrática por naturaleza… Es después, en la edad adulta, cuando deleznables prejuicios llegan a desplazar a la Ética.
  • Pepito, cuya gracia radica precisamente en qué es un niño, pero que actúa con la picardía propia del adulto, mientras que el Chavo era el mejor ejemplo de la inocencia y la ingenuidad: la inocencia y la ingenuidad propias de un niño. Y lo más probable es que esa característica haya sido la que generó el gran cariño que el público llegó a sentir por el Chavo;
  • profesor Jirafales, el riguroso maestro de escuela que sufre por las travesuras de los niños, pero que siempre termina soportándolas con la bondad y el estoicismo que caracterizaba a aquellos auténticos apóstoles de la docencia.
  • Y los seudo genios éramos Rubén Aguirre, a quien desde entonces bauticé como Profesor Jirafales; Ramón Valdés, hermano de los famosos Tin Tan y «el Loco» Valdés, al cual puse el nombre de Ingeniebrio Ramón Valdés; Tirado Alanís (en razón de que representaba a un borrachín); y yo, con el nombre y las características del doctor Chapatín.
  • Ecuador fue el primer país que se animó a adquirir la serie.
  • Estábamos nuevamente fuera de la Ciudad de mexico cuando recibimos una noticia muy triste: víctima de un cáncer, acababa de fallecer el querido e inolvidable Ramón Valdés. Aunque ya llevaba algún tiempo de haberse separado del grupo, su ausencia definitiva representaba un impacto doloroso para nosotros, y la imposibilidad de que algún día pudiera retornar. Paradójicamente, Ramón ha «resucitado» para todos nosotros y para las nuevas generaciones, gracias a la repetición de los programas a todas horas y por todos lados. Y nuevamente me hace reír como sólo él podía hacerlo.
  • En un programa de Los Caquitos a principios de 1987, el Botija, la Chimoltrufia y el Chómpiras están viendo en la televisión un programa del Chavo en el que éste era acusado, evidentemente sin razón, de ser un ratero, lo cual hace llorar intensamente a los espectadores (tal como sucedió en la vida real con mucha gente). La más afectada fue la Chimoltrufia, la cual, hecha un mar de lágrimas, hace ver al Botija y al Chómpiras hasta dónde puede conducir la «estúpida actividad que ellos desempeñan»; y de ahí pasa a exigir la promesa de que nunca más volverán a robar, lo cual es aceptado con pleno convencimiento por su marido y su amigo. Y de ahí en adelante el Botija y el Chómpiras desempeñaron el papel de dos ex delincuentes que debían superar las barreras que esta condición impone a quienes intentan buscar un empleo. Y nunca jamás vuelven a delinquir.
  • Es verdad que al interpretar al Chavo del Ocho yo nunca había pretendido hacer creer al público que se trataba de un niño. No; yo sólo pretendía que aceptaran la realidad: que se trataba de un adulto que interpretaba a un niño, lo cual, estoy seguro, se logró cabalmente, sobre todo tomando en cuenta que la primera vez que aparecí como Chavo en la televisión yo tenía ya 42 años. Aunque de menor edad, lo mismo sucedía con todos los demás adultos que interpretaron papeles de niños en la serie, pues Godínez (mi hermano Horacio) tenía 40 años; Quico (Carlos Villagrán), 28; la Chilindrina (María Antonieta), 25; Ñoño (Edgar), 23 y la Popis (Florinda), 22. En el momento de dar por terminada la serie, las edades ya no eran las mismas. Yo tenía 66 años; Horacio, 65; Carlos (que desde 1978 ya no formaba parte del grupo), 52; María Antonieta, 49; Edgar, 47 y Florinda, 46.

giras

  • En Santiago de Chile, por ejemplo, la gente formó ≈17km de valla humana ininterrumpida desde el aeropuerto hasta el hotel.
  • Sobre haberse presentado en el Estado Nacional de Santiago, prisión de las victimas del golpe de Estado: "Es obvio que, para comenzar, ninguno de nosotros recordaba que el estadio hubiera sido alguna vez usado como «campo de concentración» o cosa semejante; y para terminar, también es obvio que, de haberlo recordado, de todos modos habríamos trabajado ahí. De lo contrario, ningún actor debería presentarse a trabajar en el Zócalo de México, por poner un ejemplo, «enlodando la memoria de todos los que fueron asesinados ahí durante la Decena Trágica»."

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